Los calçots son una variedad de cebolla, tierna, blanca y dulce, cebolletas poco bulbosas y más suaves que se calzan a medida que crecen, y que se comen asadas a la brasa y acompañadas de salsa romesco, son la base de la calçotada.
Sobre el origen del calçot hay varias versiones, pero la más conocida es la que atribuye a Xat de Benaiges, un campesino que vivió en Valls a finales del siglo XIX, la invención de este cultivo. Xat de Benaiges puso un par de brotes de cebollas al fuego y descubrió por azar un plato que a principios del siglo XX ya era habitual en muchos hogares de Valls y que ahora se ha convertido en la base económica de toda una región.
Este plato se ha vuelto tan popular que todos los años hasta bien entrado marzo se puede degustar en numerosos restaurantes de Valls y cercanías un menú especial a base de calçots. Los primeros afortunados ya han probado la cebolla larga de esta temporada y la salsa que lo acompaña. Los productores prevén que los calçots de esta campaña serán “excelentes, tanto en cantidad, calidad y sanidad.
Se calcula que este año se cosecharán entre diez y doce millones de calçots en las cuatro comarcas que configuran la indicación geográfica protegida (IGP) Calçot de Valls, más de 70 millones si se contabilizan las cebollas que se producirán fuera de esta área.
Y para los amantes de este producto, y los que quieran disfrutar del evento como Dios manda, tomad nota: el último domingo del mes de enero, día 26, se celebra la Gran Fiesta de la Calçotada en la capital del Alt Camp.