Que quiere decir que nuestros datos en internet están en la nube? La información en la nube pesa, no es intangible ni inmaterial y necesita de energía, no es virtual, para cada acción que realizamos se despliegan una serie de infraestructuras físicas de las que no nos
enteramos ni somos conscientes. Cada tuit que hacemos, cada “me gusta” en Facebook, cada comentario, cada fotografía, cada vídeo que colgamos en YouTube deja una huella de información sobre nosotros, sobre una cierta forma de hacer o ver en el mundo. Datos masivos que también generan un beneficio y que suponen un segundo modelo de negocio para las grandes empresas tecnológicas como Google, Facebook, Microsoft, Apple y otros proveedores de servicios digitales que trafican con nuestros datos personales. A partir del caso Snowden hemos sabido que al margen de la comercialización de la información por información, esto es, de nuestros datos, de nuestros gustos, de nuestros tics de consumo, esta información también era entregada a la agencia de seguridad de Estados Unidos e incluso a la agencia de inteligencia británica. Que pueden hacer con los datos, con los mensajes, las llamadas telefónicas que hacemos, y que les aportan todos estos datos masivos para que sean tan valiosos?
La exposición Big Bang Data en el museo de cultura contemporánea de Barcelona que estará abierta hasta el 26 de octubre nos explica y ayuda a reflexionar sobre la cantidad de información generada en el mundo, que se duplica cada dos años y la capacidad de procesamiento de los ordenadores que crece aún más, cada minuto de internet se suben 100 horas de vídeo nuevas, se envían 204 millones de correos electrónicos y se “clica” 180.000 veces la palabra “me gusta” en facebook, se comparten 3.600 nuevas fotos en Instagram , se hacen 300.000 tuits, en un minuto Google recibe más de 2.000.000 de consultas, se realizan 200.000 compras a través de internet o se descargan 47.000 aplicaciones de Apple por poner un ejemplo.
Como se analiza toda esta información?, La correlación ha sustituido a la causalidad. La correlación que existe entre todos estos datos es el núcleo del big data, el algoritmo del que todos hablan y nadie sabe lo que realmente es, una unidad de cálculo para analizar los datos, un proceso de toma de decisiones basado en datos subjetivos a los que no les hace falta saber que motiva a las personas, si no, sólo lo que quieren. El filtrado colaborativo y la incapacidad de la tecnología para entendernos como personas crean un marketing en el que las empresas tienen un producto y lo quieren vender sin importarles si realmente es lo que necesitamos.
Pero por otra parte toda innovación tiene algo malo y algo bueno, puede esta capacidad de almacenamiento salvaguardar la producción cultural y de pensamiento de cara al futuro?, El acceso a los datos democratiza el conocimiento?, Ha cambiado nuestra forma de pensar gracias a las nuevas tecnologías? Seguro que vivimos sometidos al azar del algoritmo? ¿Cuál es el modelo de Smart City que queremos dejar a nuestros hijos?
Todas estas son preguntas que aún muy pocos nos hacemos y que refleja cómo de analfabetos somos cuando se trata de proteger nuestra privacidad, la novedad o la sumisión a pensar que no podríamos vivir sin la interacción digital nos conducen a vender nuestros datos personales a cambio de un descuento de 2 céntimos en un súper gracias a la tarjeta de fidelidad y luego estos datos se revalorizan en millones de dólares en el mercado de la tecnología. Ha habido casos en que un supermercado ha sabido antes que su propia clienta que ésta estaba embarazada. La ética digital desapareció para dejar paso a la comercialización, estamos asistiendo a la explosión de una nueva era de un fenómeno relativamente reciente que comienza a principios de este siglo cuando guardar todos los datos para siempre comenzó a ser mucho más barato que escoger lo que guardar y no sabemos que dimensión pueden alcanzar los efectos de este afán de control.
- Aquest article ha estat redactat expressament per a la seva publicació a Billionbytes